1.1 Una nueva forma de conocer

El desarrollo tecnológico y las invenciones que han permitido la captación, el registro y la reproducción de mensajes audiovisuales fueron concebidos originalmente como extensiones del cuerpo humano, prolongaciones de facultades físicas o psíquicas; la cámara, como extensión del ojo –de hecho el procedimiento de selección de color rgb es idéntico al funcionamiento del ojo humano– el micrófono, como extensión del oído, las bocinas extienden la boca, y los soportes de almacenamiento intentan recrear las cualidades del cerebro.
McLuhan (1969:26-41) observó que:
“Cualquier prolongación o extensión, ya sea de la piel de la mano o del pie, afecta a todo el complejo, psíquico y social”, exigiendo nuevos equilibrios entre los demás órganos o prolongaciones, e indica que “los medios de comunicación, cambiando el entorno, hacen surgir en nosotros relaciones únicas de percepción sensorial. La extensión de un sentido cualquiera transforma nuestra manera de pensar y de actuar, nuestra manera de percibir el mundo. Cuando cambian estas relaciones cambia el hombre”.
Es decir, la aparición y el uso de nuevas tecnologías comunicacionales producen alteraciones en las formas de pensamiento y de expresión, en los procesos y actitudes mentales, en las pautas de percepción, en la proporción de los sentidos.
A la lógica de los principios y la racionalidad le sucede la de la intuición y la pragmática.
Leer un texto escrito y contemplar una fotografía o una estatua son dos operaciones distintas desde el punto de vista del progreso mental, dos operaciones que ponen en juego áreas distintas del cerebro. Para leer un texto escrito hace falta situarse por encima de él. La lectura se desarrolla en el tiempo. Es una operación analítica, doblemente abstracta: primero hay que hacer un análisis gramatical y luego un análisis lógico. El hombre que lee es un ser deductivo, racional, analítico, riguroso, preciso.
Por el contrario, contemplar una imagen o escuchar una melodía sólo puede hacerse sumergiéndose en ella. Es una operación sintética, que se realiza primariamente de una manera global. La abundancia actual de imágenes y sonidos en los distintos medios audiovisuales está dando lugar al desarrollo de un nuevo tipo de inteligencia. El nuevo hombre, con dominio del hemisferio derecho, comprende sobre todo de un modo sensitivo, dejando que vibren todos sus sentidos. Conoce a través de sensaciones. Reacciona ante los estímulos de los sentidos, no ante las argumentaciones de la razón. Giovanni Sartori (1998) se refiere a él como el homo videns, al tiempo que Simone (2001:78) lo sitúa en la sociedad de la tercera fase donde han cambiado todos los parámetros vigentes en la sociedad tradicional para la creación y difusión de nuevos conocimientos; ahí donde el hombre se enfrenta a un volumen infinitamente mayor de información y a la reducción inversamente proporcional de capacidad de abstracción, lo que lo ha llevado a perder su inteligencia secuencial[1] para adquirir una inteligencia simultanea.[2]
Así pues, conviven hoy el adulto crecido en la antigua cultura, con predominio del uso del hemisferio izquierdo del cerebro, sólo comprende abstrayendo, y el joven, con predominio del hemisferio derecho, que sólo comprende sintiendo.
Este fenómeno es observable en tipo de publicidad y propaganda modernas. Antes, el comerciante y el político intentaban convencer racionalmente cara a cara. Hoy, apenas si se preocupan por dar a conocer las cualidades objetivas de los productos y proyectos sumergiendo a “la masa” en un clima eminentemente sensorial, en el que lo que cuenta son las sensaciones visuales, las sensaciones sonoras y sensaciones táctiles.
Este “nuevo” lenguaje audiovisual es una forma de expresión que integra a los lenguajes verbal (escrito y hablado), auditivo y visual, aunque su forma de expresión está condicionada por la especificidad tecnológica de cada uno de los medios, que lo hace diferenciarse tanto en su escritura como en su recepción. Veamos entonces cúal es la importancia de su estudio y aplicación en la vida diaria.
[1] Inteligencia secuencial.- Se aplica a la lectura (del texto que se lee) y escritura. Opera en la sucesión de estímulos, los coloca en línea, analizándolos y articulándolos. Procede de pasos consecutivos, uno detrás de otro, linealmente. Establece jerarquías y niveles de importancia (Simone 2001:33,90).
[2] Inteligencia simultánea.- Se aplica a la lectura audiovisual (del texto que se mira, Simone lo denomina visión). Opera sobre datos simultáneos como los estímulos visuales, que se presentan en un gran número al mismo tiempo, y entre los cuales es difícil establecer un orden, una sucesión y una jerarquía, en consecuencia ignora el tiempo (Simone 2001:33,89).