Al emprender el estudio del principal elemento de la comunicación audiovisual, el lenguaje audiovisual, primero es necesario plantear la necesidad de establecer un marco teórico, o por el contrario ir directo al análisis práctico de casos concretos, sin embargo, ambos pasos son inevitables.

El establecer un marco teórico, al menos referencial, nos ayuda a tomar conciencia del grado de plenitud en el que se llevan a cabo los aspectos del lenguaje audiovisual y que nos conducen a un procedimiento interdisciplinar en el momento de abordar este campo de la cultura.
También es necesario complementarlo con el análisis práctico de casos concretos, porque el proceso de percepción solo se adquiere por aprendizaje.
Un tercer aspecto a contemplar es la producción de materiales que permitan adquirir las destrezas y el conocimiento de la importancia de la creatividad y el sesgo que, en esa fase de la producción, tienen para la compresión posterior de los mensajes.
Por último, pero no menos importante, debemos tomar en cuenta el conocimiento de las formas de escritura de los productos comunicacionales que se emplean tanto en el entretenimiento, la educación, la publicidad y la propaganda.
Por ello, en el proceso de la educación audiovisual es conveniente abordar, en primer término, una fase teórica que contemple ejemplos de mensajes audiovisuales actuales y cercanos que nos lleven a dejar de ser simples receptores y nos ayuden a adquirir y mantener una actitud crítica ante la gran cantidad de mensajes de este tipo en el que hoy nos vemos inmersos.
Una persona alfabetizada audiovisualmente cuenta con los elementos para ser un actor participativo. Asimismo, puede interpretar los mensajes audiovisuales y enfrentarlos críticamente, lo que implica una aportación en el hecho comunicativo. Al tener la posibilidad de construir sus propios mensajes audiovisuales le convierten en una persona interactiva con su entorno, y, por lo tanto, creativa y no alienada.